Sueño - Extra ~Lenna

Me moví sigilosamente siguiendo los pasos de YunHo. Él estaba consiente de que lo seguí desde que cruzó el umbral de la habitación, pero no hizo nada al respecto.
La noche anterior había sido una tortura. No recordaba haber sido tan defraudada por alguien de este grupo, y no podía soportar la manera en que Yunho me hacía sentir tan parte de todo esto.
Desde que yo tengo memoria he sido libre de ir y venir como me plazca y no pertenecer con exactitud a nada, como ahora, cuando Changmin nos dijo que no viajaría con nosotros a Seúl. Pude sentir decepción e ira, a pesar de que no me incumbía, pero así lo sentía, así veía a Yunho y esas sensaciones estaban formando parte de mi vida.
Lenna.- ¡Me gustaría poderte pedir que te arrepintieras de lo que has hecho! –le grité.
Porque era lo que sentía, quería que se arrepintiera y que pidiera perdón por echar a perder los planes, por hacer sentir a Yunho tan encolerizado, quería en verdad que se arrepintiera. Pero no podía pedirlo, y la impotencia me hacía sentir aun peor.
Entre en la habitación con Yunho, pero no hablamos, el entró en la ducha y yo no podía seguirlo, ocupaba estar solo, me senté en la cama e hice puños con las sabanas, dejando salir lágrimas de puro coraje, no me gustaba sentirme así.
Lenna –Como pudo hacerles esto –exclamé cuando Yunho salió de la ducha. Me mordía constantemente el labio por la furia, haciendo me sangrar.
Yunho –Deja eso –me pidió con voz dura, luego bufó –No lo comprendo... ¡No lo creo! Changmin nunca había actuado así, me parece ridículo.
Lo veía mientras se vestía, pero no me apetecía nada, solo quería desaparecer a ese mocoso de la faz del mundo, pero... no podía. Había algo, ahí, muy dentro de mi subconsciente que me decía que todo esto tenía que pasar, por mucho que me pesara.
Apenas terminó de vestirse salió como un torbellino.
Me levanté de la cama e intenté girar la perilla cuando él se había salido, pero no tenía caso, yo no tenía nada que hacer allá afuera.
Desde ahí recostada en la puerta pude escuchar la conversación que mantuvieron al regreso de Yunho...


Tenía que haberlo sabido, aun que, en el fondo si lo sabía, esa forma de comportarse en Dita no es normal, y cuando perdió la memoria...
Pero sabía que Yunho era eso lo que menos le importaba, sabía bien lo que era capaz de hacer por mantener a una niñata como ella a salvo, aun si le costaba dar la vida.
Por eso, en la madrugada lo seguí hasta la sala, donde Dita y Changmin se habían quedado dormidos. Él, aun con suavidad sacudió el brazo de ella, no necesitó hacerlo dos veces para que ella despertara y con suavidad se deslizara desde el sillón sin hacer despertar a Changmin.
Ella lo seguiría ciegamente, a donde él la guiara, de eso estaba segura. Pero ¿Por qué Changmin no se despertaba? ¿No había sentido en verdad cuando su amada había dejado sus brazos?
Miré alrededor y Yunho, junto con Dita habían aparecido, y nadie los habían detenido, ni un susurro, nadie mas que yo estuve de testigo...
Corrí al balcón. Solo había una cosa que podría hacer Yunho para proteger a mi tonta hermana, pero también sabía que eso mismo es lo que mas le haría daño.
Sentía mis piernas moverse y dar grandes zancadas atravesando la sala abriendo la puerta y saliendo, pero aun así no llegué suficiente mente a tiempo. Yunho había arrancado con el carro y Dita adentro. Quería gritar pero mi voz se había congelado en mi garganta.
Suspiré, esto en verdad no estaba pasando, no tenía que estar pasando. Mi pecho de repente se puso frío y comenzó a doler, como no lo hizo cuando Hana Jigashi murió, como no lo hizo cuando Daisuke Jigashi y Jenna Beth murieron, pero lo estaba haciendo ahora.
Estúpida Dita, como pudiste.
En una hora más Changmin, Tsukiko y Jae despertarían, pero ya no podrían hacer nada.
No fui yo quien les expliqué lo que hizo Yunho con Dita, ni lo que pasaría con esto, la verdad es que ni siquiera me hallaba en condiciones de dirigirles la palabra, aun que no fuera que les hablara mucho antes.
Con Yunho fue diferente, nuestras expresiones se congelaron porque sabíamos que una carga muy grande había caído sobre nosotros y nuestra relación no sería la misma.
Compartíamos cama, si, pero ya no las palabras.
Lenna.- Yunho...
Volteó a verme, como si estuviera viendo un fantasma, como si un fantasma le hablara.
Lenna.- ... ¿Por qué lo hiciste?
Yunho.- por que cinco, o incluso siete pares de brazos no son suficientes para protegerla –dijo, y bufó.
Su expresión comenzaba a llenarse dolor cada que recordaba lo ocurrido, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar de eso.
Lo hice de nuevo, me puse en sus zapatos y pensé lo difícil que tenía que ser para él ser el villano, el mas odiado, y sobre todo, que eso le importara.
Yo había sido la mala de la historia por muchos años, pero nunca  me había importado. Siempre me sentí inmune a los sentimientos de los demás, pero sabía que Yunho o era así, su verdadera familia lo consideraba el monstruo mas cruel.
Inconscientemente estiré mi mano y acaricié su pómulo con suavidad, el se estremeció ante el contacto de mi mano siempre fría y sus ojos me mostraban sorpresa. Incluso yo misma estaba sorprendida.
Me metí entre las cobijas y lo abracé, sin saber porqué. Yo también tenía que verlo como una bestia, una bestia que había mandado a mi hermana a su propia tumba, pero en ese momento solo quería entrelazar mis brazos a su abdomen.
Después de todo, entre monstruos teníamos que entendernos.

Al día siguiente no lo pensé dos veces y Yunho ni siquiera protestó cuando le dije que me dirigiría a HimeModel.
Changmin no había despertado, o más bien no había salido de su cuarto y tal vez no lo haría por un gran periodo de tiempo, de hecho, no abandonaríamos Saipán en una buena temporada.
Conduje casi frenética hasta el edificio-embajada y ni siquiera pasé por la puerta trasera, le dí a entender a Zeto que estaba aquí y que no me iría hasta ver a Dita.
Cuando entré a su habitación la pobre chica no era más que un manojo de piel que recubría sus huesos y un pequeño bulto a la altura de su barriga.
Al verme ella la reacción fue mucho peor, sus ojos rojos e hinchados se abrieron casi hasta salirse y sus ojeras se amorataron con solo verme, sus manos inconscientemente se pusieron frente a su rostro, como tratando defenderse de una amenaza y sus pies se retrajeron de forma tal que parecían ser la defensa de su bulto. Estaba acostumbrada a causar ese tipo de reacciones en ocasiones, pero incluso en Dita era extraño ese comportamiento.
Con un pequeño manotazo retiré las manos de su cara y pude comprobar que su temperatura pasaba los cuarenta grados, sin embargo, sudaba frío.
No me sorprendería que Zeto no supiera en qué condición se encontraba su hermana, ni que Dita no le haya hecho saber la fiebre  y las alucinaciones que estaba sufriendo en ese momento.
Corrí al baño y mojé una toalla para así poder ponerla sobre su frente y así bajar la temperatura y sus alucinaciones.
Dita.- Lenna, no creí que fueras tu en realidad.
Lenna.- ¿Ah no? -dije con cierta ironía, verla así me hacía regocijarme hasta cierto punto de su hablar torpe, por tener la lengua entumecida.
Dita.- Zeto dijo... que sería... como si jamás lo hubiese conocido. Le creí. Y cuando te ví a ti recordé que no es así... ¿verdad que no es así? Es verdad que lo conozco ¿no?
Lenna.- Así es -respondí, antes de morderme la lengua para no estallar a carcajadas. Estaba a punto de quedarse dormida y su respiración a penas se estaba recuperando, por lo que su habla se volvía mas torpe, combinado con lo que decía, me hacía pensar en ella como la niña mas ingenua que jamás conocí.
Lenna.- Si Dita, lo conoces, y él te conoce a ti ¿Contenta? -aun en aquellas condiciones no podía dejar de ser así de altanera, sin embargo noté suavidad en mi voz.
Dita.- ¿Está bien? -preguntó, apenas con fuerza, pues sus ojos ya se habían cerrado por el cansancio de luchar contra la fiebre y su propio destino.
Lenna.- Si... pero te extraña.
¡Yo que sabía si la extrañaba! La verdad es que esas palabras salieron sin pedirme permiso, pero al menos creí que así lo sentía.
Dita.- Yo también lo extraño -fue lo ultimo que dijo antes de quedar totalmente dormida.
Este sería un trabajo difícil. Sabía que Dita no sobreviviría por mucho tiempo si no tuviera un mínimo contacto con aquella realidad que la reclamaba como suya, aquella realidad de la que yo era parte, y esa criatura que llevaba en el vientre también. Pero antes tenía que enfrentarme a la persona que evitaría a toda costa que ella regresara a esa realidad.
Zeto.- Ya dime la verdad Lenna. Por que él la trajo aquí. -Desde su sillón reclinable, Kazeto me miraba con un cigarrillo extinguiéndose entre sus dedos indice y medio. 
Lenna.- Yunho lo hizo, por que lo creyó correcto... él lo hizo, por que parece tener un cariño a tu propia hermana que ni tu pareces profesarle. Por que tu hermana...
Iba escupirlo , quería deshacerme de ese gran peso, pero sabía que si no lo hacía de la forma más delicada no se me permitiría volver a acercarme a Dita... que por alguna razón, me importaba más que en otras ocasiones.
Lenna.- Ni Yunho, ni Changmin quisieron que pasara esto -Zeto frunció el ceño cuando pronuncié el nombre del segundo -Ni siquiera quieren que esté ella aquí... si tan  solo ellos pudieran... -hice mi mano puño y la acerque a mi frente, no lo estaba diciendo de la mejor forma, pero era tan difícil... -Zeto... Kazeto... Dita está aquí, porque Yunho confía en que tu la pondrás a salvo para lo que viene, no hagas que su confianza en ti desaparezca ¿Sí?
Creí que me gritaría algo como "Acaso crees que que yo le debo algo" entonces yo le respondería algo como "Le debes mas de lo que crees imbécil" Pero no lo hizo, guardó silencio y se mantuvo  en su lugar. Pude saber que había entendido cuando la mano que sostenía el cigarrillo lo soltó y voló hasta su frente quitando el sudor que comenzaba a formarse le.
Kazeto no era tonto, ni tan bruto, al menos imaginé que sabría como portarse con Dita hasta que yo llegara a visitarla al día siguiente.
Cuando llegué a casa por la noche las cosas se veían como de seguro se ve un país después de una guerra. Esto se había convertido en una guerra, constante por que así lo quería Changmin y lenta y silenciosa porque así lo quería Yunho.
De igual manera, la seguridad de que Changmin no saldría de su cuarto en todo lo que restaba de noche me hacía preocuparme de una cosa menos, por lo que, con un andar tranquilo me dirigí a nuestro cuarto. Tuve la impresión de que Tsukiko abrió ligeramente la boca para decir algo pero un segundo después volvió a cerrarla.
Tenía cosas que preguntarme, después de todo era su amiga, pero también me conocía y sabía que yo díria lo que quisiera en mi momento sin la necesidad de que alguien me preguntara.
Entré lentamente al cuarto vacío, me recosté tomando la primera revista que me encontré en el taburete hojeándola sin interés. Yunho no era de revistas, el prefería los informes o diarios y yo era más de novelas o libros bélicos, ignoraba su verdadera procedencia.
Alguien abrió la puerta con rapidez, supuse que era Yunho por que nadie se atrevería a abrir de esa forma la puerta sabiendo que yo estoy ahí de no ser él, pero estaba equivocada.
Lenna.- ¿Changmin? -Aparté la revista, quería tallarme los ojos porque no podía creerlo, pero le estaría dando poco crédito. Debí suponer que si Tsukiko no me preguntaba nada al menos él sí tenía que hacerlo. El muchacho tenía agallas.
Changmin.- Lenna... -era la primera vez que mi nombre no sonaba aterrador en sus labios, por el contrario, su voz se escuchaba quebradiza y a punto de ahogarse. Puse atención en sus facciones que se contraían en una expresión de dolor, ojos vidriosos y a punto de llorar. Y creía haberlo visto todo con Dita esta mañana.
¡Valla que si les afectaba!
Lenna -habla de una vez muchacho -le dije un poco impacientada, pero no pude evitar invitarlo a tomar asiento en la cama. Cualquiera que tuviera el valor de enfrentarme tenía derecho de acercarseme sin que le arrancara un pedazo.
Changmin.- ¿Ella está bien? -eso era el colmo, si no quitaba esa cara de cordero a medio morir...
Lenna.- Hey, chico... no llores. Ella está muy bien, solo que... -puffff, si existe un Dios... -solo que te extraña demasiado.
Era imposible, hacía cinco días quería matarlo y ahora, por alguna extraña razón que me hacía pensar que la gravedad ya no nos atraía hacia abajo, quería abrazarlo y consolarlo.
Estúpida Dita, tonta.
Changmin.- Intenté entrar al edificio ayer, pero...
Me eché a reír con ganas, no podía creer que se creyera capaz de infiltrarse siquiera en un edificio como el de HimeModel, reí de nuevo.
Lenna.- Y jamás entrarás... - a ver a ver, tenía que ser un poco menos cruel, así como me enseñó Yunho -pero Zeto me deja entrar a mi, podría... dejarle mensajes de tu parte y entregarte los suyos...
Una lagrima de su ojo izquierdo comenzó a deslizarse por su mejilla, pero él interfirió antes de que yo pudiera hacer algo como arrancarle los ojos.
Changmin.- Kazeto ¿Ya lo sabe?
Lenna.- Que si lo sabe. Si, lo sabe.
Silencio, al fin...
Lenna.- Pero no te preocupes, no podrá mantenerla ahí para siempre. Volverás a verla, tal vez...
Changmin.- Soy un tonto.
Lenna.- Oh si, si lo eres. Pero eres un tonto con suerte, dame seis meses, de alguna forma haré que vuelvan a estar juntos, porque si no, tendría que cargar con mi carrera de modelo y dos homicidios a cuestas.
Podría jurar que casi se le formaba una sonrisa, pero su entrecejo aun estaba demasiado fruncido.
Se acercó un poco, como para agradecerme, yo solo sacudí un poco de ese cabello tan grueso que tenía y después se pudo ir en paz, seguido por Yunho quien entraba con un aire sorprendido y los ojos abiertos como platos.
Yo apagué la luz y descubrí las sabanas para que entrara en ellas, en estos momentos no quería dar explicaciones.
Las primeras semanas eran un suplicio, tenía que cuidar de que Dita comiera bien y aun que al principio se negaba siempre terminaba comiendo raciones extras, era un milagro que no recuperara kilos en sus brazos y piernas , sino solo en su barriga.
Y claro, también tenía que cuidar que Dita no supiera más que lo necesario, como el estado de Changmin, o como le iba a Tsukiko en su cosa extraña de canto, sin que supiera que yo mantenía conversaciones abiertas con ellos. Nunca se sabía hasta que punto la información le haría mas daño que beneficio.
Hasta el tercer mes se despertaba de sus siestas de medio día gritando pataleando y lanzando zarpadas a todo lo que estuviera a su alcance, por lo que opté por quedarme en el edificio noche y día haciendo pequeñas visitas al hotel de los chicos sin que ella supiera, cuando me creía estar trabajando.
Después de un tiempo adquirió almohadillas oscuras bajo sus ojos y moretones en los brazos por falta de buena circulación.
El doctor que la visitó casi a diario en el cuarto mes decía no creer que ella comiera como se lo indicaba, pero yo esta segura que era por esa criatura en su vientre que parecía comer casi tanto como su padre.
Su panza crecía cada vez más y más.


No hay comentarios: