Pero las cosas no permanecerían como debían estar.
Al siguiente dia ya no estaba entre mis brazos. Esto apenas lo percibí con el resto de mis sentidos pues mi vista permanecía nublada por el sueño. Lo primero que pude percbir con la vista fue la figura de Lenna entrando a su habitación sin decir ni una sola palabra.
Personalmente me levanté del sillón y me dirigía la habitación. A nuestra habitación. Pero a penas un metro antes de entrar algo me advirtió que no estaría ahí, esperando que me equivocara.
No estaba, la cama estaba intacta como había quedado el día anterior.
Debí haberlo supuesto. Sabía que Yunho haría algo, pero no esperaba que actuara tan rápido.
De reojo ví a Jaejoong y a Tsukiko saliendo en dirección de la cosina cuando corría hacia la habitación de Yunho, pero antes de que pudiera llamar el sonido de la puerta abriendose me hizo cambiar de dirección.
Changmin.- ¡Dime donde está! –le exigí, delante de Jejoong y Tsukiko, sin importarme por modular el tono de mi voz.
Yunho.- Donde pertenece –su voz era lo contrario a la mia. Firme e inmutalbe.
Changmin.- Ella pertenece aquí con nosotros, a mi lado –le atajé, más como un gruñido que como palabras. Él entendió.
Yunho.- La llevé con su hermano.
Tsukiko.- Pero, Yunho. Si vá con él, sabes que no regresará –habló por primera vez, un poco temerosa, pero conciente y creyente en sus palabras.
Yunho.- Lo sé. Ese es el objetivo –en su voz, se filtró un agudo que denotaba su propia preocupación, y tristeza. –solo así estará a salvo.
Al oír eso pude calmarme, no por las palabras, sinó por que su voz me convencía que era cierto. El control no dudaría mucho tiempo, por lo que corrí a encerrarme a mi habitación, el día entero, sin salir a comer, sin salir a vivir.
Esperaba que fuera un mensaje claro de que no podríamos dejar Saipán mientras ella estuviera aquí.
En el confinamiento dentro de mi cuarto, veía la puerta como el primer objetivo. Me imaginaba destrozandola de tantas maneras y de forma tan efisciente. Pero la puerta solamente era el primer obstaculo, no el ultimo. Detrás de ella habría un edificio imponente, y detrás de el, la unica persona que podría mantenerme alejada de ella en verdad.
Finalmente después de la fuerza y el frenesí llegué a un lapsus en que abandoné toda voluntad y salí de mi habitación, a tres días de haberme autoresguardado sin indicios de salir. Corrí a la cosina por que nesesitaba comer y beber. Había llorado mucho aquellos días. Pero había una prioridad después de mis nesesidades.
Me encaré al edificio de metales y vidrios lujosos. Era algo pequeño comparado con todos los otros edificios de HimeModel, pero era imponente comparado con cualquier otra embajada que pudiera encontrarse en Saipán. Busqué por todos los medios entrar, pero la recepsionista me dijo que su director le había dado ordenes de que yo y otros cinco chicos no poudieramos entrar. También intenté infiltrarme , pero el sistema y el equipo de seguridad, conformado por un hombre negro robusto y otro más bien gordo, me sacaron inmovilizandome de la cintura para arriba, no sin cierta violencia.
Después de que Lenna me hubo explicado que Dita se encontraba bien, hize todo lo posible por tener una buena relación con ella. Lenna no era mala, solo era poco comprendida –por más clichada que fuera la frase– aun que su sentido del humor francamente fuera macabro.
Cada día iba y venía con noticias nuevas. Me notificaba cada coza que pasaba , diciendome que yo era lo suficientemente fuerte como para soportarlo, aun que ni yo mismo lo creyera así. También me explicó que no podía contarle mucho a Dita sobre nosotros, puesto que no sabía como afectaría esto su cambio de animo, y por lo tanto la salud del bebé.
El bebé estaba bien, aun que crecía de manera extraña, según Lenna, por que a los cuatro meses Dita ya tenía una buena barriga que rodeaba los sesenta centimetros. De cualquier forma, los examenes medicos decían que no había nada por lo que preocuparse, siempre y cuando Dita se alimentara correctamente. Confiaba en Lenna para llebar a cabo esa tarea.
Una vez le comenté, que cuando pensaba en mi hijo me imaginaba a un pequeño bebé de ojos rasgados y pupilas cafés como las de Dita, algo así como un bebé replica de ella pero en niño, ella pensaba igual, pero su idea era algo más parecida a la de un pequeño bebé con mi rostro. De cualquier forma sería hermoso, porque era mi hijo.
Pasados los días, yo recurría cada semana a la embajada esperando en la posibilidad de que los guardias se fueran, de que las puertas se abrieran y de que pudiera ver a Dita sin más. De vez en cuando me acompañaban Junsu o Tsukiko, así como Jaejoong y Yoochun, pero el resultado siempre era el mismo. A ninguno de nosotros se nos permitía entrar.
Un día, exactamente el 18 de agosto, me desperté, producto de una pesadilla. Mi pequeño niño de ojos cafés era partido en tres partes y había mucha sangre. No pude durar mucho tiempo más en la cama. Después de ducharme me alisté para el duro día que me acontesería.
Lenna tenía que estar con Dita, que pasado el quinto mes se había puesto muy delicada. De alguna forma, sabía que solo me sentiría mejor estando con ella, sabiendo que se encontraba a salvo.
Preparé el LandRover y salí en pos de la embajada HimeModel. Era tan de madrugada, que estando ahí pude ver el sol naciente del este. Ahí, estacionado enfrente al dificio me quedé dormido. Alrededor de una hora después escuché que alguien golpeaba la perta del coche.
Jaejoong.- ¿Changmin? ¿Estás bien?
Desperté aturdido por el sueño. Aquella hora había dormido mucho mejor de lo que había dormido en seis meses.
Afuera, Jeajoong y Tsukiko me esperaban con un desayuno. Me habría puesto a pensar ¿Qué haría yo desayunando a fuera de una embajada? Pero el hambre segaba mi razon en esos momentos. Con la puerta abierta me senté en el asiento del carro a comer lo que me habían traído. Huevo revuelto con verduras y una salsa que solo Tsukiko sabía preparar con sierto picor. Lo engullí todo en cinco minutos.
Tsukiko.- Changmin, vamos a casa. Lenna nos avisará si pasa algo –me dio curiosidad como pronunciaba “casa”. Aun que, sabía que para ella, cualquier lugar donde pudieramos estar juntos sería una casa.
Algo me anclaba a ese lugar, no podía moverme ni un centimetro. Dita estaba ahí, mi hijo estaba ahí, y yo, por lo tanto, aun que no había podido antes, tenía que estar ahí. Era un presentimiento extraño que me decía que por ninguna manera me separara de ese deificio. Tsukiko entendió perfectamente sin nesesidad de que se lo explicara.
Ellos dos, fueron y vinieron varias veces en el día mientras yo hacía custodia del edificio. Traían comida de vez en cuando, aun que conforme ivan pasando las horas mi apetito iva disminuyendo hasta que negué el primer plato de lomo de res. Una de esas veces Junsu los acompañó y se quedó conmigo. Cuando llegó estaba atardeciendo.
Junsu.- Hyung, te veo demasiado preocupado y cansado ¿De verdad no quieres ir al hotel a descanzar un poco?
Creí que entendía como debía sentirse, si cualquiera de mis amigos estubiera pasando por esto, pondría lo que estubiera en mis manos para evitarles el mal trago. Sin embargo, desde mi punto de vista no había otra forma.
Changmin.- Tranquilo Hyung, te aseguro que se vé mucho peor de lo que en realidad és –palpé su hombro.
El suspiró, entre aliviado o confundido, pero al final sus nervios se calmaron.
Tsukiko y Jaejoong llegaron con Yoochun y Yunho –con la mirada llena de culpabilidad y arrepentimiento– unas horas más tarde.
Se acercaba la media noche y no habíamos recibido ni un mensage de Lenna. Aquél, era el día mas largo de mi vida, pero mi mente lo relacionaba como una serie de días cortos susecivos a intervalos de la comida que marcaba cuanto tiempo había pasado.
Finalmente, una llamada entró en mi celular.
Changmin.- ¿Hola? –pretendía no estar alterado, aun que sabía que su llamada era por algo.
Lenna.- Changmin... ¿como estás? –se escuchaba distraída, como si no supiera por donde empezar.
Changmin.- Yo estoy bien –aun que no lo estaba, pensé que se estaría refiriendo a mi salud -¿Pasa algo? ¿Dita está bien?
Lenna.- No ... creo... Ella está bien, pero pasa algo –si ella estaba bien ¿Qué podría esar pasando?
Changmin.- ¿Qué pasa? ¿Lenna...? –necesitaba saber, y ella no parecía estar totalmente convencida para decirme.
Lenna.- Zeto ha retirado los dos guardias de la puerta trasera que conduce a la recepción, será mejor que vengan... –Y colgó.
Lo que ella no sabía era que ya estabamos ahí, a la espera de esa llamada.
De pronto un un rugido y un dolor intenso. Sentí cómo mis pulmones eran golpeados desde adentro, el dolor fue instantáneo y perecedero, pero tan intenso y real... Un grito prosiguió al rugido.
Era Dita, todos alzamos la mirada al escucharlo. Procedía de la ultima habitación en el piso más alto, donde la luz aun estaba prendida.
Corrimos por el pasillo, de donde anteriormente me habían sacado los guardias, pero esta vez sin nadie que nos detubiera. Sin embargo, no podríamos llegar los suficientemente rápido. Yo no podía correrlas escaleras tán rápido y el elevador tampoco lo sería.
Además, los dolores fantasmas seguían apareciendo a lo largo de todo el camino, acompañados por chasquidos, estruendosos como el latido del pequeño corazon que había escuchado antes, pero horribles ¿Sería mi pequeño hijo partiéndose en tres como lo había visto? ¿O era algo mucho peor?
El sonido de algo rasgándose en dos me aturdió antes de llegar a la puerta y encararnos a los sujetos, el robusto y el gordo.
Tsukiko.- Por favor, déjenos pasar –exigió, con la voz firme.
Guardía.- Lo sentimos, pero tenemos ordenes de no permitir que nadie pase –ese nadie estaba dirigido a mi. La cara de los guardias era de preocupación, puesto que ellos estaban tan al tanto de la condición de mi esposa como nosotros mismos lo estábamos.
No pensaba hacer un alboroto esta vez, ahora que alguien podría salir herido, pero una voz que jamás logré llegar a pensar que sonaría tan débil se escuchó por el comunicador de un guardia.
Zeto.- Déjenlos pasar.
Un segundo estruendo se escuchó cuando abrieron la puerta, una respiración pesada y agotada y el retumbido de un corazón potente luchando por salir.
Solo veía al amor de mi vida, pálida por el esfuerzo y a punto de desfallecer.
Changmin.- ¿Dita?
Dita.- ¿Changmin? – siseó sin fuerzas, pero anhelandome aun con la mirada.
No la reconocía. Tenía la mitad del torso y las piernas unicamente cubiertas por una sabana mientras la partera maniobraba en alguna parte entre sus piernas. Impulsado por las mias, rodeé a la partera en cuetion de segundos para sostener la mano de Dita.
Changmin.- Aquí estoy cielo, soy yo –Y nunca más la dejaría ir.
Partera.- Está recuperando centímetros –informó, me di cuenta que no sabía en realidad sus condiciones exactas ¿Desde hace cuanto había empezado la labor? ¿Desde el primer chazquido y primer retorsijón?
Recorrió la habitación con la mirada, reconociendo caras, y de pronto se llenó de una inmensa energía para sacar a nuestro hijo adelante.
Partera.-Es un varón –informó, y estuve a punto de caer desplomado hecho pedazos.
Lenna.- Es un niño –le dijo a Dita ya que era quien estaba mas cerca.
Dita.- Yunmin –Nombró, y fue absoluto. Mi hijo Yunmin.
Dita mantenía sus ojos llenos de lagrimas puestos en nuestro hijo, parecía que nada mas le importaría. Yo tambien lo veía así.
A pesar de que fuera por poco tiempo, pude contemplar la perfección de ese ser. Tenía los ojos rasgados, pero no era el perfecto bebé que imaginaba con la cara de Dita, ni con la mía. Era algo mejor. Su piel nivea refulgía ante la luz tenue de la habitación, enmarcada su cara por una pequeña maraña de cabellos oscuros, y sus ojos eran por lo menos, sí tan claros como los de Dita, aun que en diversos matices de gris. Pensandolo bien, había conservado la curvatura de mis ojos y mis labios resecos.
Tan ensimismado estaba en su belleza que no reconocí el peligro hasta que Yunho lo hizo evidente. Todo esto había pasado en cuestión de segundos.
Yunho.- ¿Qué tiene el bebé? –sonaba tan alterado y asustado como yo lo habria estado si pudiera hablar.
Tenía razon, no había llorado o gimoteado ni una sola vez desde que salió del vientre de su madre, solo toció un par de veces ¿Cómo podía ser?
Enfermera .- Yá respira –exclamó sorprendida, soprendiendonos así, a todos.
Era verdad, pero entonces no me había dado cuenta. Sus pequeños pulmonsitos se expandían y se comprimian con facilidad, sin necesidad de haber llorado.
No quise apartar los ojos de mi hijo que estaba siendo atendido por la enfermera, cubriendolo con ropajes de bebé, pero la atención se dividió cuando el pequeño golpeteo del corazon ya no parecía ser uno, sinó dos.
Dita.- Yunmin... –repitió, con la mano extendida hacia el antes de dejar salir otro grito de dolor.
¿Otro?
Partera.- Apartalo, aquí viene otro.
Lenna.- Denmelo a mi .-se interpuso antes de que cualquiera pudiera hacer o decir algo. La enfermera lo entegó en sus brazos y ella lo acunó.
Entonces pasó algo que nunca me imaginé ver. La cara de Lenna se había “iluminado” con una sonrisa tierna, hacia mi hijo. Pero no podía observarlos por mucho tiempo. Dita volvía a tener contracciones.
Enfermera.- ¡Kurumi-san! –exclamó la partera en japonés. Me enfuereió, no era necesario, lo estaba haciendo bastante bien.
Apreté su mano, para que se diera cuenta de que la estaba apoyando. Ella tomó una bocanada de aire y en segundos ya tenía a nuestro segundo hijo.
Enfermera.- Varón –dijo, mientras lo limpiaba y arropaba.
Dita.- Minho –Mi segundo amadísimo hijo, Minho.
Quería ir a sostenerlo, una vez que estubiera listo, pero la partera susurró “Uno mas” y entonces supe que tenía que quedarme ahí.
Jaejoong sostuvo a mi hijo por unos segundos antes de que Tsukiko lo acunara entres sus brazos, tan enternecida como Lenna, Yunho y Jaejoong no eran la exepción. En los brazos de ella lo contemplé. Se veía mas grande que Yunmin, por ser apenas un poco mas estirado, pero su cara era pequeña y sus ojos –abiertisimos como los de Yunmin –eran rasgados y de color café chocolate, y respiraba. Minho se parecía mas a mi, algo que no esperaba... ¿pero quien podría esperar una criatura tan hermosa como él lo era?
Cuando escuché su suspiro, supe que mi tercer hijo había llegado a este mundo. Ciertamente, era algo como lo que estaba esperando. Ojos abiertos, rasgados hacia arriba, aun que con mi color achocolatado. Nariz fina y circular, cara redonda cubierta por pequeños mechones quebradisos y negros.
Changmin.- Es una niña –una hermosa niña.
Dita.- Misun.
Misun. My sun.
Mi pequeña bebé con cara de Dita. Quería cargarla después de que la partera confirmara que era la ultima pero alguien más teía nesesidad de ella. La más importante.
Dita extendía bien los brazos en la dirección de la enfermera que cargaba con la bebé.
Enfermera.- Solo será por un rato.
Pero ella ya estaba muy impaciente. Yo estaba feliz de que pudiera sostenerlo, así podria tenerlas a ambas cerca de mi.
Dita.- Denmela –exigió cuando la enfermera hizo decidia para darsela, pero al fin la tuvo entre sus brazo –Hola... Misun... –la pequeña se removió abriendo bien los ojos –Así que tu eras quien se movía tanto ¿eh? Dime ¿acaso estabas bailando? –Misun le acarició la cara con su pequeña manita color durazno llena de hoyuelos. –Si, yo tambien sé quien eres.
Ella, Misun, le sonrió a su madre antes de hecharme un rápido vistazo que apenas pude persibir.
-Yo también te amo Misun –dijimos Dita y yo, como uno solo, a nuestra pequeña estrellita, hermosa y brillante. Misun.
Partera.–Kurumi-san, tienes que descansar, los bebés estarán aquí cuando despiertes –advirtió, solo así ella podría descanzar.
Junsu.- ¿Hum... puedo cargarla? –se acercó timido, lleno de intriga por la bebé, aun recostada en el regazo de Dita.
Dita.- Tenla –suspiró Dita rendida. Tenía que estar muy cansada, sus ojos se cerraban solos de vez en cuando.
Como la reacción de Junsu ante la recien nacida no había cosa igual. No era como cuando Lenna miró por primera vez a Yunmin, o cuando Tsukiko cargó a Minho. Para Junsu era como si estubiera estado esperando este momento desde hace años, y Misun tenía igual interés
Dita.–Cuídalo pequeñita, te caerá bien, el también sonríe mucho –dijo cuando el la sostubo en sus brazos mientras sonreía.
Junsu se encaminó a la puerta cuando la tuvo en sus brazos.
Teniendo tiempo para pensar, reflexioné. Mi pesadilla era un error, mi pequeño bebé no se había dividido en tres, sinó multiplicado. Erán tres. Tres las razones para vivir, tres por los cuales querer ser mejor cada día, trez razones más para amar a Dita.
Changmin.- Son tres –Exclamé, feliz, completo y en paz.
Dita.- Te amo.
Su vista se volvía a hacer vidriosa conforme el sueño se apoderaba de ella. Lanzó una ultima mirada a Kazeto. Aproveché su efimera conciencia.
Changmin.-Yo tambien, y aun más –le respondí, pero ella ya había quedado dormida.
Yo estaba a punto de quedarme dormido ahí con ella, pero nesesitaba espacio, pues tenía que descanzar. Me desplazé arrastrando los pies hasta donde se encontraba Kazeto. Caí en cuenta que estaba solo. Lo miré por un momento, no le guardaba rencor pues lo unico que quería era mantenerla a salvo, no podía culparlo, yo también lo quería y había utilizado métodos egoistas para lograrlo. Pero aun así ¿El me guardaría rencor a mi?
Pasando a un lado de mi con los ojos cansados, apoyó su mano en mi hombro, palpandolo.
Zeto.- Gracias... por mantenerla viva –Y se dejó caer sobre el banco forrado, próximo a la puerta.
Pensaba abandonar la habitación y tumbarme en el primer sillón –o piso– que se me pusiera en frente, pero podía permanecer un rato más ahí. Me desplomé a un lado de zeto, apoyandome en la pared.
Changmin.- 18 de agosto...
Zeto.- Diesinueve, la niña nació después de las doce.
Medité. Esto tenía que ser alguna clase de señal, yo había nacido un 18 de febrero, mientras que Dita lo había hecho el 19 de septiembre ¿Había un mensaje oculto en todo esto? O mejor dicho ¿a caso podría no haber un mensaje oculto en todo esto?
Zeto.- tus hijos nesesitarán de ti por la mañana, será mejor que descanzes –abondonó la habitación sin más. Me pregunté si lo que quería era que lo siguiera, pero apenas cerré los ojos para parpadear me quedé dormido.
Desperté por el olor de un desinfectante gentil y un rico desayuno servido justo frente a mi. Al parecer me había quedado dormido en el banco. Tsukiko me miraba divertida, con la mano en la boca para evitar soltar una carcajada. Por otro lado la cara de Jaejoong era de reproche.
Jaejoong.- Ultima vez que te quedas dormido en un sillón, Shim Changmin –dijo con el mismo tono de reproche que tenía en la mirada, antes de salir de la habitacion.
Estaba a punto de comer mi sopa de verduras cuando unos pasos sordos llamaron mi atencion.
Parecía una fina aguja de marfil, deslizándose con tanta delicadesa para no despertar a mi Dita, que parecía imposible que estubiera cargando un bebé en sus brazos. Su cabellera rubia cubría por completo a la criaturita, pero podía distinguir una manita aferrada a uno de esos rizos.
Lenna.- Tu hijo –parecía envidiar las palabras que se le salían de la boca. Ahí, como estaba, a pesar de vestir esa ruda lana café, se veía tan indefensa y a merced de la voluntad del bebé en sus brazos.
Dejé el plato en la mesa, y la hize a un lado. Estiré mis brazos a mi hijo, ella suspiró, parecía que había dado un brinquito hacia atrás como si no esperara esa reacción de mi parte.
Finalmente lo puso en mis brazos y el pequeño se desprendió de su mechón de cabello tan pronto puso su mirada en mi. No parecía estar dormido como yo creí que lo estaba, al contrario, tenía los ojos bien abiertos, como el día en que nació. Estaba tan aturdido por su belleza que hasta entonces pude notar lo mucho que había crecido esa noche, se veía un poco más rellenito.
Changmin.- ¿Creció?
Lenna.- Engordó –dijo, pero su voz lo hizo notar como si fuera un halago, algo muy bueno.
Changmin.- ¿Eso significa que está sano? –pregunté preocupado, la verdad es que la unica experiencia que había tenido de paternidad, o lo más cercano había sido con mis propias hermanas, y en ese entonces yo era demasiado chico para comprender.
Lenna.- Más sano que un caballo, demasiado para ser un trilliso prematuro. Pero parece que Dita lo hizo bien ¿no? –su voz volvía a sonar reacia y burlona a la vez, pero sus ojos uan no se separaban del pequeño –Claro, lo habría hecho mejor si hubiera sabido que eran trillizos.
Changmin.- ¿No lo sabía? –Mi voz sonaba casi histérica, pero no dejaba de ser un susurro bajo para no despertar a Dita.
Lenna.- No –me miró -¿Crees que si lo hubiéramos sabido no serías el primero en enterarte?
Lo pensé por un momento, tenía que tener razón.
Changmin.- ... ¿C-como?
Lenna.- El doctor nos dijo que se debía a que el corazón de los tres latía con tal sincronía que aparentaba ser solo uno. Un ecosonograma lo hubiera arreglado todo, pero...
Changmin.- ¿El docotor ya estubo aquí?
Lenna.- Si, mientras dormías. Y ya revisó a Dita. Está estable y necesita descansar. Por lo que te recomiendo que en cuanto termines tu desayuno salgas de aquí. Además todavía te faltan dos cositos¹
Cosito: forma cariñosa de decir "cosita/o bonita/o"
por conocer
M lanzó una ultima mirada, pero esta no era como las otras. Practicamente me pedía que le entregara el bebé. Lo abría ignorado si no fuera por que tenía razon. Yo necesitaba comer y Dita nesesitaba descanzar, por lo que le entregué al bebé no sin antes acariciar esa cabezita llena de bellos.Changmin.- Nos veremos después Yunmin –le dediqué y Lenna dio un ultimo tironzito para safarlo de mis brazos.
Gruñí por lo bajo, como reacción, a lo cual ella sonrió. Si alguien conocía bien las reacciones impulsivas era ella. En unos minutos había salido del cuarto.
Cuando terminé mi desayuno deje la bandeja a un lado y fui a la cama de Dita. Se hayaba tendida como el día anterior, sin intenciones de despertar en lo susesivo, pero confiaba en lo que le había dicho el doctor a Lenna.
Podía descanzar todo el tiempo que quisiera, así, dormida, yo estaría esperando cuando despertara para vivir la vida ahora, con nuestors hijos. Yunmin, Minho, Misun.
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