Me dio la impreción de que me estaba demacrando despues de la primera visita del doctor que Zeto había contratado para evitar que saliera del edificio y revisaba periodicamente las condiciones del bebé con tecnicas antiguas pues no podía traer el ecozonograma consigo.
Doctor .–Parece que él bebé esta estable y saludable, sin embargo me preocupa mas la suld de la madre. ¿Kurumi-san, has estado durmiendo bien?
Lenna.– Duerme todo el día –respondió Lenna al doctor.
Doctor.– No me lo parece. Lo digo por las ojeras amoratadas que tiene.
Lenna .–No me sorprendería que se debiera a las pesadillas que tiene recurrente mente –parecía decirlo con verdadeor odio hacia algún lugar de la puerta, representando a mi hermano Kazeto.
Doctor .–No me explico porqué. Se nota que quiere mucho al bebé.
Lenna .–Ella si.
Dita .– Y el padre también –respondí yo apenas, incluso pensé que no habían logrado oirme.
Doctor.– Vendré la proxima semana –dijo el doctor recojiendo sus cosas –Espero que sigan las indicaciones que les dejé.
Salió por la puerta. Lenna me miró antes de hacer algo que me soprendió. Se sentó a un lado de mi y me acarició la frente fría con el torso de su mano, que por primera vez reconocí como cálida. El solo roze me hizo caer en un profundo sueño.
Pasaban los meses y yo seguía atada a la cama. No tenía fuerzas para moverme ni caminar apenas, solo para amar al bebé y a su padre.
El doctor venía e iva, haciendome revisiones aun sin explicarse por que mi vientre crecía y crecía. Inlcuso probó con un analicis de sangre que resulto negativo ante cuelquier enfermedad que pudiera afectarnos. Mi bebé seguía saludable, pero crecía.
Incluso nos cuestionamos sobre el verdadero día en que creí engendrarlo, pues para los seis meses parecía ya que iva a explotar, sin embargo yo estaba segura de la duración de mi embarazo.
Para la primera semana del septimo mes, tenía una barriga que arrebasaba los 94 centimetros. Pero aun no dejaba que nadie se me acercara para intentar intervenir, pues a mi bebé todavía le faltaba desarrollo, pensé yo. Seguramnte estaba destinado a crecer como su padre.
Oh, Changmin.
Dita.- Ay –exclamé cuando sentí como se removía en mi interior –Tranquilo, shh, solo estaba pensando en tu papá...
Di unas palmaditas en mi pansa, para relajarlo. En lugar de eso...
Dita.- ¡AH! –grité.
Sabía que las ultimas costillas se expandían a lo largo del crecimiento del bebé, pero no creí que pudieran hacerlo aun mas de lo que las tenía y sin embargo lo hicieron.
No solo las costillas cedieron, sino tambien toda la columna se contorcionó para darle paso a lo que venía, volví a gritar de dolor –Oh mi dios –pensé, creo que fue la ultima frace coherente que logré conjeturar antes del estallido.
Grité una vez mas y en tres segundos ya se encontraba Lenna a mi lado. No vi ni por donde entro ni escuché la puerta abrirse a su paso, solo supe que ahí estaba cuando comensaron las convulsiones... las contracciones.
Lenna.- Trata de tranquilisarte y respira profundo –no hacía falta que me lo repitiera dos veces. Me aferré fuerte a su mano abierta aun con el temor de lastimarla, pero no reaccionaba ante la presión que soltaba.
Comencé a respirar. Uno, dos, uno, dos. Inhalando y exalando cuanto aire podía, hasta que perdí el hilo y volví a gritar.
Esta vez si escuché la puerta abrirse de un solo portonazo con la entrada de Zeto, que venía acompañado por una doctora y dos enfermeras que a mi alrrededor comenzaron a ordenar y limpiar todo a su paso, preparando la habitacion para un parto.
“¡Que les pasa! A mi bebé aun le faltan dos meses mas!”
Otra punzada de dolor que esta vez recorrió la mayor parte de mi espina dorsal haciendo que mi columna se arqueara y me olbigó a apoyarme contra mi almohada.
Partera –Gieranla para ponerle la epidural -ordenó.
Dita.– ¡No! –exclamé, las enfermeas no sabían si era por mi deseo de que el bebé no naciera prematuro, o por que quería vivir el dolor del parto crudo. Igual, ninguna se atrevió a oponerse.
Lenna seguía aferrada de mi mano, mas de lo que intentaba estar yo de ella, como si derrepente me nesesitara.
Lenna.– Respira profundo Dita, ¡Respira!
Intenté hacerlo, pero no recordaba como, sentí mis pies enrollarse sobre si mismos y mi espalda arquearse un poco más, mientras mis ojos se salían de sus orbitas por el dolor y la mitad inferior de mi cuerpo se partía en dos.
Recordaba que una vez mi madre me había dicho que el dolor del parto era el mas grande de todos los dolores, pero no pensé que lo sería tanto que despues de un tiempo tendrías ganas de morir para no tener que soportarlo.
De pronto algo llegó a mi cabeza, algo relacionado con el dolor puesto que no había otra explicacion alguna. El bebé seguramente aun no estaba posicionado correctamente pues sentía mucha presión en mi parte inferior, parecida a los pataleos que recibi los meses intermedios. Desheché la idea cuando sentí una patada mas a la altura de mis pulmones.
¿Qué estaría pasando en mi interior?
Lenna .–Dita sigue respirando –ordenó mientras apretaba mas mi mano y apollaba la otra contra mi vientre.
Puse a mis pulmones a contraerse, pero ya no sentía alivio al hacerlo. Ono, dos, uno, dos, vamos Dita tu puedes. Comencé a sisear cosas sin centido mientras trataba de fijar mis ojos a alguna parte.
Dita.– No, Lenna, ya no puedo –respondí, cuando un crujido mas en mis huesos me hizo soltarle la mano, aun que ella seguía aferrada.
Enfermera –¡Está hiperventilando! –exclamó una enfermera que se acercaba al tiempo que Lenna me soltó la mano –Vamos niña, sigue respirando.
Intentaba hacerlo, pero ya no sabía como, ya ni sabía donde estaban los pulmones donde tenía que llevar el aire.
Abría y cerraba los ojos, y cada vez que los abría sentía que estos se salían de sus cuencas impidiendome ver.
No podía ver, pero todavía podia oir y sentir, y sentía mucho dolor.
Alguien, posiblemente la doctora se situó entre mis piernas, que ya se habían replegado.
Partera.– Tenemos que quitarle el pantalón y las bragas.
Lenna.–Yo lo haré –dijo Lenna acercandose de nuevo a mi. A un lado de la cama, que de pronto se me hizo muy estrecha.
De un solo jalón se deshizo de mis pantolones blancos de algodón, solo entonces pude sentir como se encontraban humedecidos. Una enfermera extendió una sabana cubriendo mi desnudés hasta las rodillas.
Abrí los ojos de golpe, sabía que, como mis rodillas se ergían por sobre mi, cualquiera que estubiera en su posicion podría verme, pero yo no podía verme de la cintura para abajo . Quería ver a mi bebé.
Recuerdo intentar quitarme la sabana, pero mis brazos estaban tan cansados que apenas pude moverlos, sin lograr extenderlos por ensima de mi propio cuerpo.
Partera.– Como lo supuse, esta casi por completo dilatada, y lleba apenas unos minutos de romper bolsa.
Dita.– ¡No! –volví a exclamar, pero justo entonces perdí de nuevo. Los pulmones se me infalban cada vez mas rápido, pero sin llevar oxigeno a nada, freneticos y sin sentido.
Partera.– Como lo supuse, esta casi por completo dilatada, y lleba apenas unos minutos de romper bolsa.
Dita.– ¡No! –volví a exclamar, pero justo entonces perdí de nuevo. Los pulmones se me infalban cada vez mas rápido, pero sin llevar oxigeno a nada, freneticos y sin sentido.
De pronto olvidé por que estaba gritando y por qué mi atención se concentraba en lo mas profundo de mi vientre, no sabía que era exactamente esto. Que estaba haciendo ahí acostada con todo sumiendose desde mis entrañas ¿A caso iba a morir? Solo podía ver la figura alta y delgada de Lenna, con su cabellera rubia que parecía mas brillante que nunca, y con una expreción de descepción, se veía borrosa, casi nebulosa.
No recordaba que estaba pasando, pero algo en mi decidió que no era exactamente a ella a quien quería ver. Cerré los ojos.
Partera.– Está dejando de intentarlo.
Lenna.– Por favor Dita, tu puedes hacerlo, solo puja –me pidió ella con su voz un poco alterada.
Dita.– No –respondí, sin recordar que era lo que le estaba negando, pero ya no quería hacer nada, ya estaba muy cansada.
Enfermera.– Vamos niña, hazlo, tu bebé ya viene ¿No quieres verlo? –no reconocí la voz.
¿Bebé? ¿De que bebé me estaban hablando?
Lenna.– No podrá hacerlo sin él Zeto, dejalos entrar.
Entró una bocanada de aire a mis pulmones llenandome de oxigeno.
¿Él? ¿Bebé?. Apenas podía hacer nada, pero ya respiraba.
–De acuerdo –respondió Zeto.
Tubo que haber hecho con algo con el intercomunicador que cargaba en la mano, por que apenas minutos después alguien entró por la puerta. Muchos alguien.
Changmin.–¿Dita? –preguntó una voz que me hizo reaccionar y mis ojos comenzaron a buscarlo en la habitación.
Dita.–¿Changmin? –siceé aun sin fuerza, pero ya podía sentir mi corazon latiendo de nuevo.
Changmin.–¿Dita? –preguntó una voz que me hizo reaccionar y mis ojos comenzaron a buscarlo en la habitación.
Dita.–¿Changmin? –siceé aun sin fuerza, pero ya podía sentir mi corazon latiendo de nuevo.
Se acercó a grandes zancadas, y se situó a un lado de mi, donde había estado Lenna y me tomó la mano.
Changmin.–Estoy aquí cielo, soy yo -Esta vez, sí sentí que era la persona que quería ver y que nesesitaba para seguir luchando.
Partera.–Está recuperando centimetros.
Changmin.–Estoy aquí cielo, soy yo -Esta vez, sí sentí que era la persona que quería ver y que nesesitaba para seguir luchando.
Partera.–Está recuperando centimetros.
¡Mi bebé! Mi pequeño pedacito de luz, la melodía de mi canción, hace media hora que se estaba abriendo camino solo sin que pudiera yo ayudarlo, intenté levantar la cabeza pero una tercera sacudida de dolor me hizo retroceder. Changmin apretó mas fuerte mi mano.
Dita.–¡Ah!
Partera.–Ya veo la cabeza. Kurumi-san, por favor, puja con todas tus fuerzas. .
Dita.–¡Ah!
Partera.–Ya veo la cabeza. Kurumi-san, por favor, puja con todas tus fuerzas. .
–¡Respira profundo Dita! –me pidió una voz femenina desde la puerta, que, aun que no era la de Lenna la reconocí.
Y ahí estaban, Tsukiko, Jaejoong, Yunho, Yoochun e incluso Junsu, con una sonrisa a medias y los ojos iluminados de esperanza. Mis amigos.
Tomé una bocanada de aire, y me mordí el labio inferior para que no saliera en un grito mientras pujaba con todas mis fuerzas. Lo hice denuevo, y despues... Alivio...
Me dejé caer rendida en la cama, aturdida, pero feliz.
Enfermera.– Es un varón.
Lenna.– Es un niño –dijo Lenna haciendo eco de la doctora, por ser una de las mas cercanas a mi rostro.
Dita.– Yunmin –sisceé mientras extendía la mano izquierda en la direccion del vultito borroso que cargaba la enfermera mientras lo envolvía en una cobija para bebé. Era muy pequeño, pero en un rapido vistazo pude comproar que estaba completo y con los ojos muy vivos. La criaturita voltió su cabesita en mi direccion cuando pronuncié su nombre, toció un par de veces cuando la enfermera golpeó su espaldita, pero no lloró.
Yunho.– ¿Qué tiene el bebé? –preguntó acercandose un poco más, sabedor de que eso no estaba bien.
Enfermera.– Ya respira –dijo tan sorprendida que hasta yo pude notarlo con su tono de voz.
Dita.– Yunmin... ¡AH! -iba a tomarlo pero otra ola se apodero de mi espina dorsal.
Partera.– Apartalo, aquí viene otro.
El dolor debío habermelo advertido. ¿Cuándo iba a acabarse este dolor?
Lenna.– Denmelo a mi –pidió Lenna con los brazos bien extendidos y dando tres pasos hacia atrás. La enfermera le facilitó el bebé que acunó perfectamente en sus brazos.
Lo miraba con los ojos bien abiertos, como nunca había visto que lo hiciera, con nada. Parecía como si cargara un tesoro y Yunho no tardo en posicionarse a su lado, contemplándolo del mismo modo que ella. No parecían haber visto nada igual. Los envidiaba por que mis ojos estuvieron vidriosos cuando lo ví por primera vez.
–Es hermoso –exclamó Yunho, aun con los ojos abiertos de par en par y sin poder separar la vista de mi bebé. Iba a volver a extender mi mano hacia él si no fuera por que me vino otra contracción.
–¡Kurumi-san! –me apresuró la partera, y entendí perfectamente a lo que se refería.
Había otro bebé ahí abajo que nesesitaba salir, no menos importante que Yunmin, por ser hijo del mismo padre, y yo ya quería verlo.
Changmin apretó mi mano con mas fuerza y me miró, al verlo a los ojos supe que lo estaba haciendo bien. Volví a pujar y respirar llenandome de aire, y de fuerza, pujé un par de veces más y el supor me llevó casi a la inconciencia.
–Varon –dijo la enfermera que ya lo recibía, esta vez no nesesitaba que nadie me lo repitiera, había escuchado perfectamente. Lenna estaba ocupada con mi pequeño hijo.
–Minho –dije respirando y con una gran sonrisa en mis labios.
Changmin tambien tenía los ojos bien abiertos y aun que sabía que tenía puesta la atención en mí sus ojos no se separaban de los recien nacidos.
Quería levantarme, brincar y tener a mis dos hijos en brazos, pero algo mas fuerte que yo me mantuvo en la cama, algo mas fuerte aun que todos nosotros. Esto todavía no había acabado.
–Uno mas –susurró la partera, interviniendo casi sin aliento, tan sorprendida como todos en la habitación, menos yo.
–Yo lo cargaré –le dijo Jaejoong a la enfermera que apenas había arropado a Minho cuando ya tenía los brazos practicamente sobre él.
Apenas lo sostuvo en brazos Tsukiko se lo quitó con suma delicadeza pero sin que perdíera su significado la accion, solo para quedar prendados de él como lo estaban Yunho y Lenna de Yunmin.
Tomé la ultima bocanada de aire, dandome cuenta por primera vez que ya casi nada me dolía, mi columna había vuelto su forma original y el unico dolor que tenía se concentraba en la parte inferior de mi tronco, y tenía la impresión de que pronto me abandonaría. Me aferré un poco a ese sentimiento, mi tercer bebé muy amado...
Uno... dos... tres...
–Es una niña –afirmó Changmin que no retiraba la vista del mi tercer bebé, tan aturdido por su hermosura que no dejó de verla aun que le apreté un poco la mano.
–Misun –susurré exhausta.
–Parece que hemos acabado –confirmó la partera en su ultima revisión a mi utero, haciendo las ultimas primicias.
Extendí mis brazos a la enfermera que cargaba a la bebita envuelta en rosa. Hizo ademan de darmela consultando con la mirada a la doctora quien dio su autorisación.
–Solo será por un rato.
–Denmela –exigí un poco urgida. Quería ver a la razon por la que había aceptado que me partiera en dos sin ninguna clase de anestecia. Por quien había aceptado alejarme del amor de mi vida durante siete meses para que estubieran a salvo...
Y no fue en vano, al verla supe que todo había valido la pena. Tan solo la tuve en brazos mis ojos corrieron las lagrimas permitiendome ver con mas claridad a mi bebé, quien tampoco había llorado pero respiraba acompasadamente, sus ojos tambien se extendían como el cielo razo, atentos. Se veía mas grande que una trillisa prematura y por supuesto su expreción tambien lo parecía.
–Hola... Misun –se removió inquieta en mis brazos estirando su manita hasta tocar mi mejilla –Así que tu eras quien se movía tanto ¿eh? Dime ¿acaso estabas bailando? –agito su manita frente a mi cara abriendola y cerrandola rasgandome con sus pequeñas uñas sin embargo parecía mas com una sutil caricia –Si, yo tambien sé quien eres.
Cuando intenté tomar su manita ella se aferró a uno de mis dedos, mirandolo con ansiedad. No recordaba haber visto a un bebé tan despierto que pudiera fijar los ojos de esa manera para despues sonreir.
Con esa sola sonrisa pude entender por que Lenna, Yunho, Jaejoong y Tsukiko no podían despegarle la vista. Había cierta magia en ellos que te hacían quererlos desde el primer instante despues de verlos. Pude entender como es que nadie había dicho nada, pues simplemente con verlos te quedabas sin palabras.
–Yo también te amo Misun –dijimos Changmin y yo al mismo tiempo. Apenas descubrí que Min tambien había sido preso del objeto de mi fijación.
–Kurumi-san, tienes que descansar, los bebés estarán aquí cuando despiertes –dijo la partera una vez había acabado su trabajo.
Sinseramente me sentía muy cansada, exhasuta y adolorida, pero con la razon de mi vida entre mis brazos me era imposible querer dormir. Changmin extendió los brazos para que en ellos pusiera a la bebé, pero dudé, no estaba segura de querer decirle aunque sea un “hasta luego” tan pronto.
–¿Hum... puedo cargarla? –preguntó Junsu desde el otro lado de la habitación, acercándose a la luz que nos cubría. Cuando volví la vista descubrí que Misun lo miraba tambien con curiosidad y que de pronto había dejado caer su manita de mi dedo.
–Tenla –lo anime para que se acercara a cargar a la bebé. Una de esas sonrisas que caracterisan a Junsu apareció a lo largo de toda su cara cuando tubo a Misun en su brazos.
–Cuidalo pequeñita, te caerá bien, el también sonrie mucho –le dediqué a mi hija, quien me volvió con una sonrisa antes de centrar su atención en Junsu de nuevo.
–Son tres –susurró Cahngmin, solo para mi, mientras sonreía.
–Te amo –respondí.
Una vez lejos de ella y dirijiendole una ultima mirada a la cara radiante de Changmin, cerré los ojos y me dejé caer en mi cama. Pero había algo que aun no había terminado.
Entreabrí los ojos un poco, que ya se habían nublado por el sueño, solo para ver a mi hermano, aun parado bajo el marco de la puerta, pero con una sonrisa de suficiencia. No se si estaba feliz en verdad, pero al menos sabía que mis hijos estarían a salvo aun en su precensia.
–Yo también, y aun mas - escuché decir a Changmin, pero ya no tenía la fuerza necesaria para contestarle.
Me dejé llevar por el supor y caí en el sueño mas profundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario